DETALLISTA. En situaciones de crisis, Giuliani (exalcalde de Nueva York) señala que «la mejor forma de asegurar que tus colaboradores, y cualquier persona que dependa de ti en unos momentos como ésos, piensen que alguien está al mando es demostrar que estás tan concentrado como siempre en los detalles». Como ocurre con casi todo lo bueno, si falla la proporción, la virtud se torna defecto. El peligro de los detalles se desliza con sutileza: cuando lo secundario engulle a lo principal, lo importante se transforma en accesorio.
MOTIVADOR. Peter Drucker estableció a mediados del siglo XX cinco funciones del directivo: fijar objetivos, organizar, motivar, medir y comunicar. Javier Fernández Aguado (La gestión de los sentimientos organizativos) enriquece ese planteamiento: «Gobernar no es lograr que la gente haga lo que tiene que hacer, sino conseguir que quiera hacer lo que tiene que hacer».

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